archivo | 22 marzo, 2017

Todos los productos que Apple ha descatalogado y ya no podrás comprar tras las novedades de ayer

En el día de ayer vimos cómo Apple actualizaba su Apple Store repleta de novedades. Los productos estrella fueron el nuevo iPhone (PRODUCT)RED Special Edition y el nuevo iPad, pero también hay que tener en cuenta cuáles son los productos que han caído en el olvido.

Con la ayuda de Marc Alonso hemos dado un repaso a toda la Apple Store para ver cuáles son los productos que han desaparecido de la tienda de Apple, y en consecuencia, cuáles son los productos que ya no podrás comprar directamente desde Apple. Como podrás comprobar, principalmente desaparecen los iPhone y iPad a los que suceden los nuevos modelos así como sus accesorios, además de muchas correas para el Apple Watch.

 Dispositivos que ya no se venden

  • iPhone SE de 16 GB
  • iPhone SE de 64 GB
  • iPhone 5s de 16 GB
iPhone
  • iPad Air 2
  • iPad mini 2 de 32 GB
  • iPad mini 4 de 32 GB

 Accesorios que ya no se venden

  • iPad mini Smart Case
  • iPad mini Smart Cover
  • iPad Air Smart Cover
  • iPad Air 2 Smart Case
  • Correa deportiva turquesa
  • Correa deportiva gris cemento
  • Correa deportiva verde menta
  • Correa deportiva rosa vivo
Captura De Pantalla 2017 03 22 A Las 14 56 29
  • Correa Nailon Trenzado Scuba Blue
  • Correa Nailon Trenzado Royal Blue
  • Correa Nailon Trenzado Rosa
  • Correa Nailon Trenzado Oro/Rojo
  • Correa Nailon Trenzado Amarillo/Gris
  • Correa Nailon Trenzado Café/Caramelo
  • Correa con hebilla moderna negra
  • Correa con hebilla moderna roja
  • Correa con hebilla clásica azul noche
  • Correa con hebilla clásica roja
  • Correa con hebilla clásica marrón caramelo
  • Correa con hebilla clásica azul mar
  • Apple Watch Hermès Etoupe Double Tour Band

Algunos de estos productos aún los podrás encontrar en tiendas físicas de Apple y en distribuidores autorizados. Esto se debe a que en los almacenes de dichas atiendas aún queda algo de stock. ¿Se echará en falta alguno de estos productos? Quizás algunas de las correas para el Apple Watch, pero por lo demás hay que tener en cuenta que ahora se ofrecen nuevos productos con mejores especificaciones.

Vía | AppleSFERA

Batalla de asistentes en los hoteles Marriott: Siri y Alexa se disputan el dominio de sus habitaciones

Nuestras casas no son lo único que tiene Apple en sus planes de conquista con HomeKit. Según informan desde Bloomberg, Apple está luchando para que la cadena de hoteles Marriott adopte Siri para sus habitaciones y así permitir que cualquier cliente sea capaz de controlar la habitación a base de comandos de voz.

Pero hay un rival duro a batir. Alexa, el asistente de Amazon, también intenta que Marriott lo adopte como interfaz de voz para controlar todos los aspectos de sus habitaciones más modernas. Tal y como dicen en Bloomberg, la cadena hotelera está probando ambos asistentes en uno de sus complejos situado en Boston.

Cuestión de hardware, idiomas y actitud de los usuarios

Oye Siri

Para equipar las habitaciones con Alexa haría falta un altavoz Amazon Echo en cada una de ellas, mientras que para Siri se necesitaría prestar un dispositivo iOS a los huéspedes. En cuanto a presupuesto gana el Echo, ya que combina el micrófono y un buen sistema de audio para escuchar las órdenes y las respuestas al mismo tiempo. Pero ese asistente sólo trabaja con el inglés y el alemán, mientras que Siri ya está en multitud de idiomas. Y un hotel no es el mejor sitio para restringir las interfaces de voz a uno o dos idiomas, ¿verdad?

Siri también ofrece el atractivo de HomeKit, cada vez más presente en nuestras vidas: Marriott tendría un buen abanico de accesorios de varios fabricantes con los que trabajar. La decisión llegará después de que se hayan hecho algunas pruebas, con consecuencias interesantes como la que comenta Jim Dalrymple en The Loop: ¿los usuarios de Apple iremos a hoteles donde hayan adoptado a Siri y rechazaremos aquellas cadenas en las que haya otros asistentes? Será interesante ver las consecuencias.

Vía | AppleSFERA

Del caballo al tanque, del globo al avión: así fue como la Primera Guerra Mundial revolucionó el arte de matar para siempre

La Primera Guerra Mundial fue el primer conflicto bélico moderno de la historia. Y como tal, deparó millones de muertos, pero también una revolución integral y transversal de las armas de guerra. No sólo en materia de tácticas, sino en aspectos antes ajenos al arte bélico como la aviación, los submarinos o los carros blindados. Aquello que se libró en los campos belgas y picardos durante cuatro años era reconocible como una guerra sólo por el barro y la sangre, pero todo lo demás había cambiado. Y lo había hecho para siempre.

En 1914, el último conflicto armado a gran escala que recordaban las grandes potencias europeas se remontaba casi cinco décadas en el tiempo. Entre tanto, los imperios, tan en boga por aquel entonces, se habían prodigado en la conquista de otros continentes, a menudo frente a tribus o naciones menos doctas en el arte de la tecnología de guerra. Europa había olvidado la práctica de la guerra, pero su espectro jamás se evaporó.

En el mismo periodo de tiempo, sin embargo, entre los casi cincuenta años que separaban 1870 de 1914, un puñado de grandes naciones europeas habían experimentado profundas revoluciones sociales, económicas y políticas. Francia había dejado de ser una monarquía. Alemania se había constituido como nación. Reino Unido y Estados Unidos habían impulsado una nueva revolución industrial. Y el equilibrio económico del continente se había comenzado a desplazar del campo a las cuencas mineras y fabriles.

Significaba todo esto, por tanto, que para cuando la Primera Guerra Mundial quiso hacer acto de presencia en la vida diaria de todos los europeos, la guerra, las armas mediante la que se libraba, había cambiado lo suficiente como para causar espanto, horror y sorpresa entre todos aquellos que, por primera vez en su vida, batallaban en el frente mucho antes que escuchaban relatos casi épicos y nacionalistas de las guerras del pasado.

Una guerra del siglo XX pensada en el siglo XIX

El siglo XIX había pasado de largo y dejado tras de sí incontables transformaciones en las estructuras políticas y económicas de las naciones europeas. Más profundas serían aún tras la Primera Guerra Mundial. Pero si algo no había hecho la centuria revolucionaria por excelencia era dejar un reguero de cicatrices de guerra en Europa.

SoldadSoldados fotografiados por Robert Fenton durante la Guerra de Crimea, una de las pocas guerras que se libraron en Europa durante el siglo XIX. (The British Library)

Apenas un puñado de enfrentamientos a gran escala entre otras naciones se pudieron contar. Las más importantes, la Guerra de Crimea, en una remota península rusa disputada entre los zares y el vetusto y decadente Imperio Otomano, y la Guerra franco-prusiana de 1870, una serie de enfrentamientos entre el terminal imperio de Napoleón III y la proto-Alemania impulsada desde Brandenburgo por Bismarck y los Hohenzollern. Pero poco más. No hubo ocasión de exhibir muchos avances en materia técnica.

Lo que no significa que no existieran. Las maravillas de la industrialización a gran escala habían permitido, de forma paralela, desarrollar toda una serie de avances técnicos jamás antes vistos. A finales del siglo XIX, por ejemplo, Estados Unidos había comenzado a probar el revolucionario sonar en su marina, y Reino Unido, Francia e incluso España habían coqueteado con las posibilidades de la aviación militar (en el caso español, por ejemplo, con globos de observación durante la guerra hispano-americana de 1898).

Europa asistía a una revolución en materia armamentística: de las balas de cañón se pasaba a los proyectiles altamente explosivos, lo que condicionaba las maneras y tácticas de guerra de un modo radical

En materia armamentística, además, las mejoras habían sido sustanciales, como bien narra Jeremy Black en su muy completo La guerra desde 1900. Los cañones se habían convertido en auténticas armas destructoras, y lejos quedaban ya las ajadas bolas de cañón que aún se podían ver en el frente en la Guerra de Crimea (las mismas que acabaron con la suicida carga de la brigada ligera). Precisamente la artillería iba a pasar a un primer plano frente a la vetusta, inútil e improductiva caballería. La Primera Guerra Mundial supondría su fin como elemento clave.

Nuestro AmigoA este buen hombre, Carl von Clausewitz, y al libro que escribió sobre la guerra debemos gran parte de las lumbreras que en 1914 abocaron al mundo al desastre. (Wikipedia)

Lo que no significa que los altos mandos militares lo supieran por aquel entonces, claro. Surgidos de las antiguas castas nobiliarias y militares, a menudo en un estadio casi intocable dentro de su propio estado, como los prusianos, las audaces mentes estrategas de 1914 continuaban interpretando la guerra al modo del siglo XIX. Esto es, a la ofensiva, fuertemente influenciados por los escritos de Carl von Clausewitz, cuyo De la guerra (1832), en la resaca de las guerras napoleónicas, hacía una apología sin ambages del «culto a la ofensiva».

Las ideas de Clausewitz y las enseñanzas agresivas de Napoleón en batallas como Austerlitz provocaron que toda una generación de militares europeos se educaran creyendo en el rezo ofensivo, máximas que habían cobrado más fuerza que nunca en la primera década del nuevo siglo gracias a la explosiva aparición de las nuevas armas de fuego. Al ser más destructivas, se razonaba con entusiasmo en los despachos de París y Berlín, beneficiaban a las estrategias de ataques, más capaces de romper al rival.

En el agitado imaginario bélico de la Europa de aquellas décadas la guerra era un anhelo que se había mamado, en forma de resentimiento y nacionalismo, desde hacía años. Todos estaban convencidos de que ganarían de forma rápida y breve

El tiempo demostró que no sería así, pero para colmo de males, las escasas guerras que influenciaron el imaginario bélico europeo de 1914, una psique colectiva que sentía la guerra como propia porque, como bien anotó Marc Ferro en su libro-tótem sobre el asunto, llevaba mamándola cinco décadas, habían sido cortas, rápidas y habían beneficiado al contendiende agresivo. Fue así en 1870 y en la ruso-japonesa de 1904.

JaponesesSoldados japoneses durante la guerra ruso-japonesa. Japón se impuso a Rusia en su particular guerra de 1904, pero lo hizo a un altísimo coste humano dadas las nuevas virtudes del armamento moderno. Por desgracia, no hubo muchos observadores que tomaran nota de aquellas lecciones. (Collier’s Weekly/La Ilustración Artística)

Esta última, de hecho, había mostrado al mundo cómo Japón se había impuesto al gigantesco Imperio Ruso, de recursos bélicos incomparables, a través de tácticas muy agresivas y aventuradas. No siempre había sido así: ni las guerras de los Balcanes ni la que libró Reino Unido frente a los estados libres boer en Sudáfrica invitaban al optimismo ofensivo, pero aquellos conflictos se libraban en regiones aisladas y remotas de Europa o ante colonias demasiado lejanas mental y físicamente del corazón del continente de las luces.

Así pues, en 1914 todos se aventuraron hacia una guerra que juzgaban rápida y corta, con movimientos sagaces que terminaran de forma fulminante con las defensas enemigas y que repitieran los esquemas de ataque ejecutados por genios como Von Moltke y tan recordados entre la intelligentsia militar. Y todos estaban convencidos de que ganarían.

Tenemos cañones y estamos dispuestos a utilizarlos

Lamentablemente, todos estaban equivocados.

Pese a los fugaces y aislados alegatos de pensadores militares como Ian Hamilton, testigo de lo que las ametralladoras rusas habían logrado frente a las cargas de infanterías japonesas en Manchuria, nadie había reparado en algo que definiría la Primera Guerra Mundial tal y como la recordamos: las nuevas armas, más destructivas, más eficientes, iban a permitir perfeccionar las tácticas defensivas, hasta el punto de anular las estatagemas ofensivas del enemigo. Y sin embargo, todos estaban al borde de lanzarse a la ofensiva.

MunicionEl coste de la guerra se disparó y los estados tuvieron que producir de forma industrial armamento que abasteciera a las incesantes necesidades de sus ejércitos. Las fábricas se llenaron de armas y de proyectiles como los de esta imagen, en Reino Unido, y de forma paralela, ante la escasez de hombres, facilitaron la incorporación de la mujer al mundo laboral. (University of British Columbia)

Pensemos en la ametralladora, por ejemplo, la principal novedad técnica introducida en el campo de la artillería ligera en la Primera Guerra Mundial. Se trataba de un arma de fuego aún pesada (las francesas, Hotchkiss, podían alcanzar los 40 kilogramos) pero escueta, que podía ser desplegada con relativa facilidad en primera línea de frente y que era capaz de disparar 500 balas por minutos en un rango de más de 500 metros. Una carga frontal de infantería era su particular patio de recreo: acantonada en un punto oculto y protegido, un barrido podía desmontar cualquier ataque.

Una ametralladora bien acantonada era capaz de reventar una carga de infantería sin inmutarse o recibir daño alguno. Era un arma defensiva, no tan útil a nivel ofensivo

Su carácter determinante quedaría refrendado a lo largo de los años de la guerra gracias a las diversas mejoras técnicas introducidas, que reducirían su peso a los 18 kilogramos (las Spandau alemanas, por ejemplo) y que ampliaban su cadencia de disparo a las 700 balas por minuto (en el punto final de la guerra, Estados Unidos había logrado diseñar el celebrado subfusil Thompson, capaz de barrer una trinchera en un santiamén y portado fácilmente por un soldado, aunque nunca entró en combate).

ametralladoraAtaviados con máscaras de gas ante la posibilidad de que el enemigo decidiera utilizarlo, los soldados que defendían las trincheras podían acabar con una carga frontal numerosa con unas cuantas ráfagas letales de ametralladora. (Wikipedia)

¿Qué podían temer las defensas enemigas ante las ingeniosas y audaces cargas frontales decimonónicas ideadas por los generales rivales? No demasiado. Un puñado de ametralladoras sustituían con mayor eficacia a todo un batallón con un fusil.

Durante años, los soldados fueron enviados al matadero por las tácticas cabezonas de sus superiores, que creían que el frente se rompería redoblando la presión

Sin embargo y pese a las evidentes carnicerías en el frente, protagonistas de batallas tan cruentas como la del Somme, en la que sólo el bando alemán contó con más de medio millón de bajas, la Primera Guerra Mundial asistió a un sorprendente ejercicio de cabezonería por parte de sus élites militares. ¿Por qué? En un principio, por la abrumadora superioridad de la artillería, que pasaba así a conformar la esencia del planteamiento ofensivo. Los proyectiles eran tan potentes y destructivos y se podían lanzar desde posiciones tan alejadas que se creía que el enemigo no podría resistir demasiado.

Y era un planteamiento razonable. Si el enemigo había logrado acantonarse en correosas trincheras gracias a la futilidad de los movimientos ofensivos, excepto durante los primeros compases de la Operación Schlieffen alemana, la estrategia lógica era bombardear sus posiciones hasta que se abriera una brecha.

ArtilleriaEn algunas batallas, el frente ofensivo lanzaba alrededor de un millón de proyectiles sobre las trincheras, en las que los soldados debían aguantar estoicamente, presas de los nervios y de la ansiedad, a que la tormenta cesara. Una vez sucedía, aguardaban atrincherados las cargas de infantería de sus rivales. El resultado eran montañas de casquetes a kilómetros del frente. (Wikipedia)

Aquí fue Alemania el país que mejor entendió la dirección de la guerra. En 1914 había puesto en circulación cañones tan espectaculares como el 15 cm schwere Feldhaubitze 13, una virguería técnica de dos toneladas y media y dos metros y medio de ancho capaz de disparar a más de ocho kilómetros de distancia proyectiles del calibre 150mm. Su producción, de 3.400 unidades, permitió a las fuerzas germanas causar toda clase de tormentos a la infantería enemiga, gracias a su envidiable ángulo (hasta 45º) y a la fuerza explosiva de sus cargas (42 kilos).

Aparatos así, inigualados en los primeros días de la guerra por sus pares ingleses o franceses, ayudaron a Alemania a tantear la posibilidad de tomar París, tal y como hubieran hecho cincuenta años antes para amargo recuerdo del nacionalismo galo. Conscientes de la creciente importancia de la artillería, los franceses pasaron de sus preferidos calibres de 75mm a proyectiles más pesados y poderosos lanzados por unidades como el Canon de 105 mle 1913 Schneider, que podía disparar proyectiles de 105mm a más de 12 kilómetros.

Francia, en un inicio reacia a cualquier novedad que el frente pudiera deparar, optó por calibres más pequeños que pudieran ser transportados con facilidad por la tropa. Fue un craso error

Asentadas las posiciones tras el intenso despliegue inicial alemán, Francia pudo detener las pinzas envolventes enemigas en la Batalla del Marne, salvaguardando París, retomando parte del terreno perdido y estableciendo las líneas de frente básicas que habrían de definir la Primera Guerra Mundial. Y a partir de aquí, comenzó el toma y daca permanente de las artillerías, en juegos de ida y vuelta totalmente improductivos.

CanonUn 15 cm schwere Feldhaubitze 13 en plena acción durante la batalla de Arrás, en 1917. Se desplegaba por detrás de las trincheras y su largo alcance le permitía alcanzar objetivos enemigos. Entrada la guerra, comenzaron a disparar antes sobre la artillería enemiga que sobre las propias trincheras. (Allgemeiner Deutscher Nachrichtendienst)

Asombrados por la capacidad destructiva de sus cañones, las tácticas a un lado y a otro del frente consistían en la siguiente rutina: durante días, la artillería, empleando herramientas de localización y puntería a varios kilómetros de las trincheras, desplegaban una intensa oleada de decenas de miles proyectiles sobre las cabezas de los soldados enemigos. El objetivo era destruir el novedoso y eficaz alambre de espino y las pequeñas fortalezas casi subterráneas de las trincheras, para que más tarde los batallones de infantería limpiaran y tomaran el terreno.

El resultado era invariable: la artillería descargaba tantos proyectiles que dejaba impracticable el terreno, lo que en los meses de lluvias, tan comunes en el norte de Europa, hacía imposible avanzar de forma efectiva. Pese a lo esperado, las defensas rivales aguantaban, y los soldados enemigos encontraban francas posiciones de disparo para aniquilar y ametrallar a placer las ofensivas, impotentes y enviadas al matadero por sus superiores. Cada carnicería fue mayor que la anterior porque los soldados se lanzaban de forma suicida contra las trincheras rivales.

La rutina era bien conocida por los soldados, que debían resguardarse durante una semana o más en el búnker hasta que la oleada rival terminara, y después, atolondrados, salir a defender la trinchera

Las pequeñas ganancias en el frente que pudieran conseguir eventualmente los ataques eran rápidamente neutralizadas ante la imposibilidad de mantener líneas de abastecimiento en un terreno repleto de barro y cráteres lunares. El enemigo sólo tenía que esperar para recuperar sus trincheras convenientemente abastecidas y acantonarse de nuevo. En batallas como el Somme, ya en 1916, centenares de miles de muertes a causa del ciclo artillería-carga suicida resultaban en apenas un puñado de kilómetros ganados. Era frustrante y terrorífico.

Las trincheras: el obstáculo fundamental de la Primera Guerra Mundial

Eran las trincheras la clave de la guerra.

Tras la Batalla del Marne, comenzó la ya célebre carrera hacia el mar, que obligó a alemanes e ingleses recorrer el norte de Flandes en busca del Canal de la Mancha, con objetivo de proteger sus flancos y evitar el rodeo de sus fuerzas. La lógica de la guerra hizo el resto: a la altura de 1915, contaba la leyenda que un soldado podía caminar desde Ostende hasta la frontera Suiza sin que un metro de su cuerpo sobresaliera del suelo. Era la Europa subterránea.

Vida En Las TrincherasDada la situación de estancamiento, las trincheras fueron la vida común del soldado durante la Primera Guerra Mundial, cuya memoria ha quedado definida por ellas.

De nuevo, fueron los dirigentes alemanes quienes tuvieron más acierto a la hora de leer la guerra. Como cuenta Paul Fussell en su clásico La Gran Guerra y la memoria moderna sobre los pormenores de la vida en el frente, el alto mando alemán había ordenado construir trincheras espaciosas, higiénicas y cómodas. La mezcla de obsesión por la perfección fabril de Alemania y la rápida asunción de que la guerra, pese a todo lo creído antes de su estallido, sería lenta y muy larga, provocó que los alemanes se desempeñaran a fondo en hacer la vida de sus soldados más fácil.

Y como bien noveló Erich María Remarque en Sin novedad en el frente, Alemania había elaborado un reflexivo sistema de rotación que hacía que un soldado cualquiera no pasara más de dos semanas seguidas en primera línea. Se habían asentado diversos puntos en las líneas de abastecimiento de la trinchera (que no consistía sólo en la primera línea, sino en una profundidad de hasta tres niveles), y tras su periodo en el frente, todos los hombres regresaban a la retaguardia a pasar días descansando y recuperándose, pese a todas las calamidades.

Fueron los alemanes quienes antes comprendieron el sino de la guerra, lo que combinado con su natural eficiencia productiva derivó en trincheras más saludables, protegidas y habitables que las de los franceses o ingleses

La situación era distinta al otro lado del frente. Los altos mandos franceses e ingleses, personificados en militares tan clásicos, pagados de sí mismos y reacios al cambio como Robert Nivelle, continuaban creyendo que la guerra sería rápida y que duraría poco, por lo que no invirtieron mucho tiempo en acomodar las trincheras y atender las necesidades inmediatas de sus soldados. Así, los ingleses y franceses en el frente estaban más empapados en barro, sufrían de peores condiciones de alojamiento y se las veían y deseaban de forma amarga con las ratas.

Trinchera FrancesaUna trinchera francesa. Los soldados no solían pasar demasiado tiempo en primera línea, e iban rotando y siendo relevados ante el estrés y lo intenso de las batallas. (Wikipedia)

Tras las carnicerías de Verdún y el Somme, ofensivas respectivas de Alemania y Reino Unido para conquistar puntos claves de sus rivales, el tempo de la guerra cambió. Como constataría Churchill tras los espurios kilómetros ganados en Bélgica, las victorias costaban tanto que se asemejaban demasiado a las derrotas. Y lo cierto es que mediado el conflicto, Francia, Reino Unido y Alemania se desangraban ante la cruda realidad de una guerra librada al uso antiguo con instrumentos modernos. Si se quería avanzar, había que cambiar, aunque implicara correr mayores riesgos y afrontar cismas internos en los altos mandos.

Y qué mejor modo de hacerlo que abrazando la modernidad en su esplendor más puro.

El aire: el otro punto de inflexión en la historia de la guerra

Saltar por encima de las trincheras implicaba dos cosas: por un lado, diseñar proyectiles más eficaces que tuvieran un impacto real en el denso entramado defensivo del enemigo. Segundo, apuntar mejor: los misiles dejaban un reguero de cráteres que hacían impracticable el terreno, y la necesidad de alejar a la retaguardia artillera del frente (en aras de protegerla de los desmanes de sus colegas enemigos) provocaba que la dirección del disparo fuera en ocasiones un ejercicio de demasiada incertidumbre. Para ello, la tecnología moderna ofrecía una solución brillante: los aviones.

La Primera Guerra Mundial representó la puesta de largo de la aviación. Sí, España y otros países habían utilizado elementos experimentales con anterioridad, como el globo (sus aventuras en la guerra hispano-americana de 1898, tan cercana por aquel entonces, están retratadas de forma muy divertida en La estrategia del desastre de Jaime Pérez-Llorca), pero el avión era toda una novedad a gran escala (aunque se había probado ya en la Primera Guerra de los Balcanes). El impulso tecnológico permitió pasar de apaños primitivos a resultones biplanos.

Albatros AlemanUn Albatros D.III alemán, el avión que permitió a Alemania dominar los aires durante todo un año, 1917. (Wikipedia)

Pese a que la leyenda de figuras como el Barón Rojo y los duelos de ases del aire colocan a la aviación en un estadio idílico e imaginario durante aquellos años, su función era más prosaica, por más que, a ras de suelo, la soldadesca disfrutara con fruición de las pequeñas cuitas aéreas entre los avezados pilotos. A los aviones se les pedía que miraran. Que miraran y fotografiaran.

De hecho, gracias a sus labores de investigación al otro lado del frente hoy podemos disfrutar de espectaculares imágenes cenitales de la Primera Guerra Mundial. Los biplanos se dedicaban a sucar el aire con diversos propósitos estratégicos. Por un lado, predecían el movimiento de tropas rivales, herramienta indispensable en una época en la que los ejércitos europeos comenzaban a acostumbrarse a movilizar a centenares de miles de hombres en un puñado de días. Por otro, informaban de la posición de la artillería rival, con visos de atacarla. Y finalmente, señalaban la posición de las trincheras enemigas.

La principal misión de la aviación durante los cuatro años de guerra fue la de observación, por más que se gestaran leyendas como las de Manfred von Richthofen, el Barón Rojo, con 80 presas derribadas

Con toda esa información, bastante completa avanzada la guerra, el alto mando de turno decidía hacia dónde se iban a dirigir los próximos ataques. No significa esto que la aviación quedara limitara a meros trabajos explorativos: tan pronto como en Verdún, en el verano de 1916, la aviación alemana ya había aplicado los primeros escuadrones aéreos de combate, y durante los años subsiguientes no era raro toparse con pilotos ametrallando desde el aire a la infantería enemiga cuando la ocasión lo requería, para espanto de los soldados.

CraterUn cráter en París, provocado por uno de los escasos bombardeos realizados por los zeppelines alemanes contra población civil. (Willy John Abbot/Wikipedia)

La Primera Guerra Mundial también fue testigo de los primeros intentos de bombardeo de población civil, un elemento tan terrorífico y presente en los conflictos subsiguientes tras la matanza de Gernika. Fueron los alemanes quienes se prodigaron en el asunto, aunque no sobre los ligeros biplanos, incapaces de recorrer largas distancias o de portar bombas pesadas, sino sobre los legendarios zeppelines, enormes bolas de gas que surcaban los aires cual destructor los mares, y cuya impronta visual no se correspondía con su inestabilidad y alta tasa de siniestralidad.

Los generales alemanes, al provenir de la casta militar prusiana que tan poco aprecio prodigaba por las gentes comunes propias y muy especialmente de otras naciones, experimentaron con bombardeos a pequeña escala de núcleos urbanos. Fueron los VI, VII y VIII los primeros zeppelines germanos en lanzar bombas en ciudades belgas, como Lieja o Amberes, causando pocas bajas humanitarias y escasos desperfectos.

Alemania lanzó a sus zeppelines a explorar el Báltico y a bombardear Londres y París, lo que aterrorizó a las poblaciones civiles en una guerra en la que, en líneas generales, estuvieron al margen de la carnicería que representó el frente

Más tarde, aquellos globos gigantes que en muchas ocasiones también ejercieron de exploradores en el frente oriental (en el Báltico), bastante más dinámico de lo que recuerda la memoria colectiva (y abandonado a propósito en este artículo, dado lo inabarcable del largo conflicto), se adentraron en las capitales de los imperios rivales, París y Londres, causando la muerte de hasta 500 personas en la ciudad londinense. Aquel estadio de alarma inusitado en una población que observaba con terror la llegada de las enormes zeppelines causó que Inglaterra se tomara más en serio la cuestión aérea y dotara de independencia jerárquica dentro de su ejército a la RAF.

Las campañas de bombardeos civiles de los zeppelines causaron un enorme malestar en Francia y muy especialmente en Reino Unido, lo que contribuiría al relato culpabilizador y poco dialogante de los vencedores sobre Alemania cuando el bloqueo económico y militar le hiciera firmar la paz con sus enemigos.

ZeppelinesNumerosos zeppelines como este fueron empleados en la Primera Guerra Mundial, aunque muchos terminaron en el suelo fruto de su enormidad, lo que les convertía en trastos poco manejables y fáciles para los enemigos. Esa misma impronta gigantesca aterrorizó a las poblaciones civiles de Inglaterra y París. (Wikipedia)

Pero, en fin, aquellos zeppelines de corto recorrido no serían más que un exotismo en una guerra librada y determinada por otras fuerzas. La principal, la artillería, a la que la aviación ayudaría enormemente en su radical reformulación de su estrategia de guerra. Pasado 1916 y tras el fracaso sin paliativos de las ofensivas de Verdún y el Somme, donde la artillería se centraba en el bombardeo durante días (o semanas, como el inicial británico frente a los alemanes en el Somme) de las trincheras enemigas, los aliados comprendieron que nada iban a extraer de sus tácticas tradicionales, y que si querían avanzar necesitaban neutralizar a la artillería enemiga.

Sin embargo, y como ya hemos visto, el larguísimo alcance de los nuevos proyectiles impedía visualizar las posiciones enemigas, por lo que en muchas ocasiones disparar más allá de las trincheras se convertía en un inmenso ejercicio de azar.

La artillería tenía que acceder a las posiciones de la artillería enemiga, en aras de neutralizarla. Para ello se valieron de un complejo modelo en el que la punta de lanza era la aviación

Post-1916 Reino Unido en especial introdujo varias novedades que le permitirían hacer daño real a la artillería alemana. Por un lado, mejoró la capacidad explosiva de sus casquetes: si antes eran incapaces de estallar a no ser que se estrellaran directamente contra figuras muy sólidas, como un búnker de hormigón, ahora productos más efectivos como el Number 106 Fuze requerirían tan sólo de un ligero roce con el alambre de espino para saltar por los aires, exprimiendo la efectividad de los ataques artilleros.

Más importante aún, Reino Unido y por extensión Francia dejaron de apuntar hacia las trincheras, conocedores de las brutales sangrías perpetradas por las ametralladoras intactas de los alemanes. El ejercicio de cartografía realizado por los aviadores, indispensable en este punto, y delicados cálculos matemáticos (en los que se mezclaban coordenadas desplegadas por los amigos del aire, avistamientos a ras de suelo y la identificación del humo y de los estallidos de luz obligados en cada disparo enemigo) realizados por los ingenieros de turno permitieron la rápida identificación de la posición artillera enemiga para su posterior destrucción.

ArtilleriaEs más fácil si sabes dónde tienes a tu enemigo. (Wikipedia)

Así, y tras la mejora de la cadena comunicativa por la cual se identificaba a un objetivo y se trasladaba la buena nueva al cañón que tenía que disparar, Reino Unido obtuvo una ventaja táctica relevante frente a la tradicional potencia artillera de Alemania. La eficiencia del sistema se completó con innovaciones técnicas que contribuyeron a neutralizar el efecto del viento durante el disparo, mejorando la ergonomía de los casquetes y su trayectoria de vuelo.

En aquel complejo proceso en el que el avistamiento aéreo era el primer paso, Reino Unido llegó al punto de localizar y disparar sobre un objetivo tan pronto como hubiera sido detectado. La situación, durante 1917 y 1918, favoreció enormemente la capacidad militar de los aliados, que luchaban frente a una potencia en progresivo estado de ebullición interna por el bloqueo y las penurias de la población alemana y que, ante lo impracticable del campo de batalla, había desplegado un nuevo elemento revolucionario: el tanque.

Los compases finales de una guerra que ya lo había cambiado todo

De rigor es reconocer que el carro blindado, aquella audaz innovación surgida de la inteligencia británica con el objeto de sobrepasar el bacheado campo de batalla y el insuperable alambre de espino, había hecho su aparición en una fecha tan temprana como el 15 de septiembre de 1916. Sin embargo, por aquel entonces el Mark I era un amasijo de hierros comandado por 8 personas que tenía poca operatividad sobre el terreno. Con sus enormes ruedas de oruga destinadas a navegar sobre el barro, era poco maniobrable y sufría de incesantes averías técnicas.

En cualquier caso, la presencia de auténticos monstruos de hierro en el frente generó severos quebraderos de cabeza para las tropas alemanas, acongojadas ante la visión de las peores pesadillas del sueño industrial. Aquel Mark I y sus sucesivos II y III, tan temibles y terroríficos en lo visual como ligeramente relevantes en lo bélico, espantaban a los hombres enemigos y los intimidaba de puro terror.

Los tanques fueron introducidos en el campo de batalla por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, aunque no siempre tuvieron un papel efectivo. Reino Unido inventó el primero y desarrolló los mejores modelos

No sería hasta los compases finales de 1917 cuando los ingleses comenzarían a dominar su manejo y maestría. Acaso sería el Mark IV el mejor ejemplo de todo ello: con 27 toneladas de peso y un blindaje de hasta 12 milímetros de grosor, el tanque fue utilizado con efectividad en Cambrai gracias a sus seis ametralladoras ligeras ubicadas en los laterales del carruaje, perfectos para acabar en posiciones francas y protegidas con las tropas enemigas.

MarkivEl Mark IV fue el primer gran tanque, en términos de eficacia, introducido durante la Primera Guerra Mundial. (Wikipedia)

Las sucesivas evoluciones del Mark (hasta el X) fueron las más avanzadas y audaces de cuantos tanques se emplearon en la guerra, por más que en batallas como las de Ypres resultaran del todo inservibles por culpa de su lentitud (incapaces de perseguir al enemigo en retirada: en el mejor de los casos avanzaba a 6 kilómetros por hora) y por lo surrealista del terreno, donde la bruma, los árboles despojados de sus hojas y los cráteres gigantescos repletos de agua transformaron Bélgica en un escenario de otro universo (para el recuerdo las fotos de la sórdida batalla de Passchendaele).

Franceses y alemanes también introdujeron carros de combate durante este periodo de tiempo, aunque no al nivel de los británicos. Los franceses en particular utilizaron coquetos tanques ligeros como el Renault FT-17, que podían acompañar con sus más modestas ruedas de oruga y su pequeño cockpit acorazado a los soldados en terrenos más pequeños y resbaladizos. Sus primos St Chamond, sin embargo, estaban lejos de la efectividad de los Mark, con orugas muy cortas sobre chasis enormes que les hacían proclives al tropiezo y bloqueo.

La efectividad de los tanques varió con el paso del tiempo. Los británicos construyeron los primeros, mejores y más efectivos, mientras que los alemanes no supieron exprimirlos al máximo

Por su parte, los alemanes nunca fueron capaces de emplearlos con éxito en sus diversas iniciativas de ofensiva. Sólo un diseño definitivo entró en combate durante los cuatro largos años de guerra, y fue el aparatoso y extraño A7V, conocido popularmente como el «monstuo«. Pesaba más de 30 toneladas y contaba con un cento de gravedad inusualmente alto, lo que provocaba que fuera inestable, a lo que había de sumar numerosos puntos ciegos desde la cabina, un hándicap importante. Su alta velocidad (15 kilómetros por hora, nada menos) le permitió cierto éxito operativo en Villers-Bretonneux (la primera batalla de tanques de siempre).

Av7 TanqueUn AV7 alemán paseando por las ruinas de Roye, una ciudad del Somme. Aunque en general la población civil no sufrió tanto como en la Segunda Guerra Mundial y que las batallas urbanas fueron una excepción, el paisaje de la región, pueblos incluidos, quedó devastado. (Bundesarchiv)

Pero en líneas generales, el alto mando alemán no pudo emplearlo con el mismo tino y éxito que el británico, que había reformulado su cadena de mando, dotando de más operatividad y autonomía a los cuadros inferiores, y su forma de entender la guerra, acoplando dirección y estrategia desde aire, artillería, infantería y carros de combate.

Los últimos días y el fin, la victoria de la total integración militar

Fue la recta final de la Primera Guerra Mundial la culminación de la rápida evolución británica y de su inteligente adaptación. Reino Unido debió tomar la iniciativa en el frente ante el exhausto e inoperante ejército francés, cuyas intentonas de carácter clásico, de nuevo elaboradas por generales testarudos como Nivelle, fueron a morir en la ofensiva que lleva su nombre de primavera de 1917, y que los Pimpinella del alto mando alemán tras la defenestración de Falkenhayn, Hindenburg y Ludendorff, repelieron con éxito sobre la Línea Hindenburg.

A finales de 1917 todas las facciones estaban exhaustas: las huelgas asolaban la credibilidad del gobierno de Lloyd George en Reino Unido, las insurrecciones se multiplicaban entre las divisiones francesas (con el consecuente castigo en forma de fusilamiento sumario de los generales), el descontento y el hambre comenzaban a hacer mella en Alemania, la tormenta perfecta de inoperatividad táctica y crisis por la supervivencia política de Austria-Hungría ponían el futuro de la monarquía dual en entredicho, y el colapso generalizado del Imperio Otomano resultaba en acciones desesperadas como el genocidio armenio.

Todos tenían incentivos para terminar la guerra. Pero ninguno sabía cómo.

Cien DiasEn 1918, Alemania intentó una última ofensiva desesperada con el objeto de partir en dos el frente enemigo. Fracasó y fue el inicio de su amargo destino. (David McLellan/Wikipedia)

Una vez más, fue Reino Unido quien sumó de forma efectiva el despliegue de tanques y aviación a las nuevas herramientas artilleras, capacitadas para hacer daño en la retaguardia alemana. Sin embargo, fue la exposición alemana la que terminaría decidiendo el sino de la guerra tras años de conservadurismo, inestabilidad y una terrible mezcla de incapacitación e inoperancia entre los grandes generales.

Finiquitada la Rusia de los zares y cerrado el frente oriental tras la rendición bolchevique, Luddendorf y Hindenburg, más dedicado a la dirección política que a la militar, se toparon en la primavera de 1918 con una cuarentena de divisiones a desplegar en el Frente Occidental. Convencidos de la necesidad de un golpe maestro que hundiera a los aliados tras un año optando por replegarse, y motivados por la creciente inestabilidad política interna de Alemania a causa del bloqueo británico, que a estas alturas tornaba en insostenible dada la carestía, ejecutaron con parcial éxito la Operación Michael.

En un último intento desesperado y suicida al que sólo un milagro podía haber salvado, Alemania lanzó la Operación Michael en la primavera de 1918 con objeto de romper en dos a los aliados. No funcionó

Se trataba de un intento desesperado. La guerra había derivado a un complejo sistema de relación económica-logística que requería de abundantes recursos por parte del estado, tanto materiales como técnicos. En esencia, toda la nación debía hipotecarse al frente. Y Alemania, que había resuelto por fin el dilema del «doble frente», tenía que forzar un final antes de que el poderío material de Estados Unidos hiciera inviable un colapso de las fuerzas aliadas o de que el Imperio Austrohúngaro, del que se sabía tentado de firmar la paz por separado, se hundiera.

MarinesSoldados estadounidenses a la carrera durante la Ofensiva de los Cien Días. Tras la última intentona alemana, las fuerzas se decantaron del lado de los aliados porque sus recursos, apuntalados de forma notable por Estados Unidos, eran mucho mayores. Cuando Alemania tuvo que reponer soldados y material tras la Operación Michael no contó con una potencia al otro lado del Atlántico que le apoyara, y se ahogó presa de su propia ambición. Las tropas estadounidenses, por lo demás, no fueron determinantes a nivel operativo: sus propios colegas británicos o franceses se sorprendieron ante su inmadurez en combate. Por aquel entonces, Estados Unidos no había participado en demasiadas contiendas bélicas a gran escala. (US Marine Corps)

Así, y en un ejercicio sorprendente y lanzado a gran escala desde la Línea Hindenburg que buscaba destruir a Francia y forzar la paz por separado con el resuelto y determinado Reino Unido, Alemania avanzó en unos pocos meses lo que jamás se había avanzado durante la Primera Guerra Mundial, llegando hasta las puertas de Amiens, Arrás o Lens sin llegar nunca a tomarlas. Aquel bloqueo, aquella incapacidad física de llegar más allá, tambaleó los cimientos de las defensas aliadas, pero no su determinación de resistencia unificada ni sus cimientos estratégicos, apuntalados por los inmensos recursos de Estados Unidos.

Tocados pero aún vivos, Reino Unido, Estados Unidos y Francia contraatacaron durante el verano de 1918. Alemania no había logrado provocar el hundimiento de sus enemigos, y tras la ofensiva suicida, que expuso de forma letal sus debilidades logísticas y de abastecimiento, se hundió paso a paso, incapaz de sostenerse sobre sí misma. Los meses que llevaron del verano al otoño fueron un sálvese quien pueda generalizado entre la tropa germana y un delirante rechazo al fracaso por parte de Luddendorf y Hindenburg, quienes sólo accedieron al armisticio cuando la revolución bolchevique y el caos asolaban Baviera y Berlín.

El fin de la Primera Guerra Mundial había llegado.

Paloma PazUn soldado británico agarra una paloma blanca desde un lateral del Mark V tras la batalla de Amiens. Fue el inicio de la Ofensiva de los Cien Días de los Aliados, y el fin de Alemania en la Primera Guerra Mundial. (David McLellan/Wikipedia)

Sobre la situación pre-revolucionaria de aquella Europa a las puertas de la década de los ’20 se ocupa ya otra historia. Alemania y sus aliados se habían hundido en lo político y en lo militar, arrastrados por su desesperación, y la Primera Guerra Mundial había acabado con las tres grandes familias que habían reinado sobre los pueblos de Europa central y del este durante siglos: los Hohenzollern, los Romanov y los Habsburgo. El sistema dinástico, el Ancien Régime, se había desmoronado en cuatro años que habrían de redibujar el continente para siempre.

Fue una revolución.

Aquella guerra también fue el inicio de la modernidad, del siglo corto de Hobsbawn, y también el principio del fin del arte guerrero clásico. La Primera Guerra Mundial supuso la primera piedra en el camino de la guerra librada por naciones al completo y de la subordinación del orden económico del estado al esfuerzo bélico. También de los primeros ataques contra la población civil, de la propaganda como motor del nacionalismo guerrero, de dos innovaciones que marcarían el futuro de la guerra para siempre (la aviación y los carros de combate), y de la reordenación definitiva de la estructura socio-económica del mundo.

Fue una guerra baldía donde la victoria siempre se vio acompañada de la amargura y donde la derrota se sazonó con rencor, fermentando en los totalitarismos y en la escalada política hacia la violencia racial, destructiva e incomparable de la Segunda Guerra Mundial. Fue, en definitiva, el evento más transformador de la historia reciente del ser humano, un punto de no retorno que a su término había costado más de 18 millones de víctimas humanas y que había industrializado el terror para siempre.

Vía | Xataka

Samsung quiere que utilices el Galaxy S8 como un PC, para eso estará DeX station

Ayer os hicimos un repaso importante sobre todo lo que se ha hablado y se conoce sobre el Samsung Galaxy S8, y su variante Plus. Pero es inevitable, no paran de llegar nuevas filtraciones e informaciones que nos descubren más sobre los teléfonos, y sobre la propuesta de accesorios que los rodean.

Cuando os hablamos de precios, también os hablamos de que habría un gadget llamado DeX station que haría las veces de transformador entre la experiencia móvil y lo que podríamos llamar ‘el escritorio’. Estas últimas horas se ha estado compartiendo información sobre esta estación, en la que se deposita el Galaxy y abre las puertas a un monitor, ratón, o teclado.

En definitiva, buscando una mayor productividad para un hardware que va sobrado de potencia y no debería tener demasiado problema para dibujar una interfaz en pantalla grande. A muchos os sonará la idea, hay diferentes intentos fuera y dentro de Android que proponen cosas similares, posiblemente el más sonado tiene que ver con Microsoft y su plataforma Continuum.

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Hasta un ventilador tendremos en DeX, por si el Galaxy S8 se calienta haciendo cosas de ordenadores

Sin salirnos demasiado de Microsoft, debemos darle la razón en que las aplicaciones universales pueden tener bastante sentido, me explico: un mismo desarrollo debería contar con diferentes vistas dependiendo del lugar donde lo estemos visualizando. No es lo mismo 5,5 que 24 pulgadas, tampoco es lo mismo usar un ratón que una pantalla táctil.

Volvemos a ‘DeX station’, que según todas las filtraciones tendrá dos puertos USB-A, otro Ethernet (100 Mbps), e incluso un USB-C. Para conectar un monitor externo habrá una salida HDMI capaz de lidiar con el formato 4K a 30 imágenes por segundo.

Mientras el teléfono esté sobre DeX, se estará cargando ‘rápidamente’ a través de un puerto, nada de carga inalámbrica. La parte más llamativa del asunto la tenemos en la posible refrigeración que ofrecería al teléfono, a través de un ventilador, para evitar calentamientos en el desempeño de tareas exigentes.

Samsung no ha confirmado nada de esto, pero tiene toda la lógica del mundo querer plantear una propuesta basada en un ecosistema de productos, a sabiendas que el teléfono se venderá en millones de unidades. Por lo pronto esperamos – sabemos – que AKG le acompañará en la parte de audio poniendo los auriculares, y también hay una batería externa – 5.100 mAh – diseñada por la propia Samsung.

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Samsung EB-PG950 Power Bank for in blue (official accessory): 5100mAh, 15W Fast Charge In/Out, USB-C. 59,90 Euro. 1/2

Si seguimos creyendo en las filtraciones, por todo esto nos van a pedir 150 euros, sino, mejor esperamos al 29 de marzo para conocer oficialmente qué se trae Samsung entre manos.

Galaxy S8, por si no lo conocías

Samsung Galaxy S8 y Samsung Galaxy S8+ se han estado mostrando al gran público de forma extensiva por cortesía de Evan Blass, esta misma noche nos muestra una nueva imagen en la que podemos ver más ángulos y colores – Black Sky, Orchid Grey y Arctic Silver- de las versiones esperadas.

Atención al elemento a la derecha de la cámara, en la trasera, eso debe ser el sensor de huellas:

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Vía | Xataka

Para este coche el tráfico no existe, porque es capaz de pasar por encima de los coches

Sin duda muchos quieren evitar el tráfico vehicular, por ello han surgido una gran cantidad de iniciativas que nos prometen aprovechar de mejor manera el tiempo que pasamos dentro de un coche. Estas iniciativas van desde simples aplicaciones, hasta enormes camiones chinos, aunque después terminen siendo un gran fraude. Lo que hoy veremos entra en el terreno de la ciencia ficción, pero nos hace soñar con que algún día se vuelva realidad.

‘Hum Rider’ es un ingenioso invento que transforma un SUV en todo un monstruo capaz de pasar por encima de los coches en pleno atasco. Una idea por demás atractiva, ya que ¿quién no querría evitar el insoportable tráfico de las ciudades?

Hum Rider

Este proyecto consiste en un Jeep Cherokee Wagon modificado, que en la zona inferior tiene instalado un avanzado sistema que hace que la carrocería se eleve mientras la base de las ruedas se ensancha, con lo que será posible conducir justo encima de los coches en plena congestión vial. ¿Suena interesante? Veámoslo en vídeo.

Sí, luce impresionante. La mala noticia es que Hum Rider es parte de una campaña publicitaria del operador estadounidense Verizon, con la que buscan promover su plataforma para automóviles ‘Hum’. Desde un inicio, la campaña fue pensada para ser algo fuera de lo común y que llamara la atención del público, algo que sin duda han conseguido.

Lo más interesante de todo, es que Hum Rider sí existe, y se trata de un trabajo de la compañía Thinkmodo, quienes son especialistas en crear ‘vídeos virales’. Aquí el concepto de la campaña era crear una experiencia extraordinaria a bordo de un coche, algo que en teoría podría ofrecer ‘Hum’, y que vemos ilustrado como un coche que pasa por encima de otros coches durante un atasco.

Es así como se apoyaron en la compañía de efectos mecánicos ‘A2Zfx’, la cual se encargó de crear el sistema y las modificaciones necesarias para que el Jeep se pudiera elevar. El sistema cuenta con más de 92 metros de líneas hidráulicas, las cuales son alimentadas por un generador fabricado por Honda, el cual está ubicado en la parte inferior del vehículo y que es capaz de otorgar hasta 900 libras de presión para impulsar todas las bombas hidráulicas y levantar a Hum Rider.

Hum Rider 5

Gracias a esto, Hum Rider dobla el peso del Jeep convencional llegando casi a los 3.900 kilogramos. Para soportar todo este peso se tuvieron que cambiar las ruedas por neumáticos de camión de carga, los cuales son más gruesos y grandes. Con este sistema, este SUV se puede elevar 2,8 metros de altura, lo que le permite pasar por encima de un coche de tamaño promedio.

Pero eso no es todo, con el objetivo de que Hum Rider no dañe los laterales de los coches o su techos, se han instalado cuatro cámaras que transmiten la señal en tiempo real a una pantalla ubicada en el tablero, desde donde podremos saber si hay espacio suficiente para pasar.

Hum Rider 2

Gracias al ruido mediático que está provocando Hum Rider, donde para mala suerte de Verizon todos hablan del proyecto y no de su plataforma, ya hay personas interesadas en este sistema. Pero la (otra) mala noticia es que no hay costes oficiales para poder desarrollar este sistema en un coche, ya que sus creadores sólo se han limitado a decir que a día de hoy «es impagable».

Vía | Xataka

LiFi ha conseguido un nuevo hito: 42,8 Gbps a través de infrarrojos, y ya es 100 veces más rápida que WiFi

Una conexión hasta cien veces más veloz que el WiFi y que además se basa en luz. Sí, así es LiFi, la próxima conexión de datos que nos promete un ancho de banda de infarto y una estabilidad que a día de hoy es imposible a través de WiFi.

Hoy se hace pública una nueva investigación que busca solucionar uno de los problemas que planteaba el uso de LiFi, que es el de tener la luz encendida en todo momento, ya que ahora han experimentado con rayos infrarrojos obteniendo muy buenos resultados.

Conexiones con rayos infrarrojos

Hay que recordar que la conexión LiFi se ha estado probando en laboratorios desde el 2011, y apenas a finales de 2015 vimos las primeras pruebas en entornos reales. LiFi se basa en el uso de la luz como medio de transmisión de datos, donde gracias a unas bombillas con moduladores y un fotodiodo receptor, ubicado en los diversos dispositivos, es como se podrá hacer el enlace.

LiFi aún presenta algunas desventajas con respecto al WiFi que todos conocemos, ya que, por ejemplo, al tratarse de luz ésta no podrá atravesar las paredes, además de que necesitaremos que la luz esté encendida en todo momento. Pero al parecer han logrado encontrar la solución ante el conflicto de la luz.

Joanne Oh de la Universidad de Eindhoven se ha lanzado a probar LiFi pero en vez de las clásicas bombillas se ha apoyado en rayos infrarrojos, los cuales son inofensivos para el ser humano. Este sistema se basa en pequeñas antenas capaces de transmitir esta señal infrarroja, y durante las primeras pruebas de laboratorio lograron obtener conexiones de hasta 42,8 Gbps a una distancia máxima de 2,5 metros, que aún está lejos de los 224 Gbps que en teoría nos prometen, pero sin duda es un avance gigantesco ante lo que ofrece hoy día WiFi.

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Estas antenas se pueden colocar por toda la casa en techos o paredes, sólo necesitamos conectar la fibra óptica a una de ellas y así tener lista nuestra red. Cada antena se puede configurar para que trasmita en diferentes longitudes de onda y ángulos, por lo que no tendríamos problemas de interferencia y nunca nos quedaríamos sin conexión en nuestros dispositivos.

Otra de las ventajas del LiFi por infrarrojos sería su bajo consumo energético, por lo que no se necesitaría un cable adicional para la alimentación, ya que todo se obtendría desde el mismo cable de fibra óptica. Asimismo, estas antenas transmitirían en una longitud de onda de 1.500 nanómetros, lo que significa que los rayos infrarrojos serían imperceptibles para el ojo humano. Por último, podríamos agregar cuantas antenas necesitemos, lo que nos ayudaría a evitar la saturación y transmisiones congestionadas.

Los investigadores seguirán experimentando con esta tecnología, donde uno de los temas pendientes es la seguridad. Y se estima que en aproximadamente cinco años podríamos tener los primeros dispositivos compatibles con LiFi, así que aún hay camino por delante.

Vía | Xataka

Miles Soloman, el estudiante de instituto británico que acaba de corregir un error a la mismísima NASA

«Puedes decirle a tus amigos, acabo de escribir a la NASA y están mirando los gráficos que he hecho», así explicaba Miles Soloman, un chaval de 17 años, cómo había sido la experiencia de corregir los datos de la agencia espacial norteamericana.

Y la verdad es que no hay mucha gente que pueda decir lo mismo. El error residía en que los sensores de radiación de la Estación Espacial Internacional estaban recogiendo datos falsos. Es una muestra excelente del potencial de los programas de ciencia ciudadana.

«¿Por qué dice aquí que hay energía -1?

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Todo ocurrió en un instituto de Sheffield, una ciudad inglesa del centro del país. La clase de Soloman estaba trabajando con datos de la estación espacial gracias al proyecto TimPix del Institute for Research in Schools.

Hace unos años que la ISS empezó a recoger datos de radiación. Revisándolos Soloman se dio cuenta de que los datos estaban mal. Había registros de «-1» de energía, algo que sencillamente no es posible. Así que Soloman y su profesor, James O’Neill, discutieron los datos y, al comprobar que había muchos registros así, se pudieron en contacto con la NASA.

La respuesta de la NASA

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En la NASA explicaron que sabían que el error existía (básicamente, cuando el sensor no detectaba nada, marcaba ‘-1’ en la base de datos), pero que pensaban que era un fallo aislado que aparecía un par de veces al año. Soloman lo encontró muchas veces a lo largo de cada día.

«Nos encontramos más agradecidos que avergonzados» explicaba para Radio 4, Larry Pinksy, profesor de la Universidad de Houston y colaborador de la NASA. «Esto descubre uno de los valores de proyectos como los que desarrolla IRIS».

La ciencia y la ciudadanía

Stfx Physical Sciences Lab

Y en eso estoy de acuerdo. El IRIS es una organización dedicada acercar la ciencia a los colegios e institutos de una forma nueva. La idea es alejarla del estereotipo de los ‘experimentos escolares’ y poner a los estudiantes a trabajar con problemas reales y a hacer ciencia de verdad.

Ciertamente, el error que descubrió Soloman era un detalle menor, pero nos deja ver las posibilidades de romper la barrera que suele existir entre la sociedad y la ciencia «de élite». Al contrario, como hemos visto en otras ocasiones, solo la ciencia que está en continuo debate y retroalimentación con la sociedad es realmente relevante.

Vía | Xataka